miércoles, 22 de abril de 2015

21.- HIERBAS SILVESTRES HERVIDAS Y LOMO A LA PLANCHA


             RECORDS DE LA MEUA INFÀNCIA. PUBLICAT EN EL DIARI LES PROVÍNCIES 

                29-11-2014.   






   Recorrer los campos húmedos y verdes en pleno otoño tenía su cosa especial. Su olor característico, el viento frío en la cara… Estaba con mi abuelo recogiendo hierbas y él me señalaba las que eran buenas para comer cortando con una navaja parte de su raíz. Me enseñaba el llicxó de card (cerraja común), el llicxó puntxos (grespino epinosa), el llicxó de burro (cerraja común), el llicxó de marge (cerraja de pared), el dent de lleó (achicoria), la tan apreciada cama roja (falsa achicoria) y el cap  roig (achicoria o árnica).

   El día estaba gris, los campos de viñedos ya tenían su color amarillo ocre y sus hojas  iban cayendo dando un aspecto cromático al terreno. El otoño era una estación que algunos consideran triste, pero en el mediterráneo, casi casi agradecíamos ese cambio por los fuertes calores que habíamos sufrido en el verano. Las casas tampoco acompañaban puesto que las calefacciones  brillaban por su ausencia y solo nos podíamos calentar alrededor de la chimenea con su escasa lumbre, pues no era para derrochar leña que debía durar todo el invierno que ya estaba aquí.

   Recuerdo la fría estancia en la cambra donde dormía en casa de mis abuelos. Pero la sensación de meterte entre las sábanas de lino calentadas por  mi tía con una plancha de hierro llena de brasas candentes, su olor característico, el calor que te abrazaba, te arropaba  y el beso de buenas noches.

   Volviendo del campo con los capazos llenos de hierbas, pasamos por la casita para ver el pequeño huerto. Las habas que habíamos sembrado por la festividad de todo los santos ya tenían casi un palmo de altura, las cebollas habían enraizado y las plantas de guisantes ya asomaban con apenas unos centímetros.

   Ya en casa, limpiamos bien las hierbas una a una y las hervimos en un caldero, cambiándoles el agua que cogíamos de la cisterna, un par de veces. A mí me gustaban de cualquier manera, en ensalada, simplemente hervidas bien escurridas, con sal y aceite acompañándolas con algo de salado, bien con “bull o budellet”, capellanes, melva y también como acompañamiento de carne a la brasa. Fritas con pimentón  y algunos trocitos de atún o melva salada y  como condumio para cocas o pastissets. En definitiva una comida muy muy barata y muy saludable.

   Hoy en día es muy difícil, si no casi imposible recoger ese tipo de hierbas por culpa de los malditos herbicidas y de la instalación de riego por goteros.