viernes, 17 de abril de 2015

13.- NÍSCALOS



     RECORDS DE LA MEUA INFÀNCIA. PUBLICAT EN EL DIARI LES PROVÍNCIES
       04-10-2014.  





   Subir las escaleras con el candil de aceite encendido, era toda una proeza. Los escalones eran altos y costaban de vencer. La salita donde dormíamos estaba en la parte de arriba, justo enfrente de la cambra, donde servía de dormitorio y de despensa a la vez. Una estora (vela) para tapar los cañizos en época de la escaldà colgaba del techo de la encañizada, servía de separador entre la “suite”,  los melones y los tomates colgados de las vigas. Sin embargo, nuestra estancia era más acogedora,  justo encima del cuarto de matrimonio de mis abuelos y al  lado de la cuadra donde se podía perfectamente escuchar el rebuzno de la burra o el canto del gallo de buena mañana. Colgar el “cresol”, desnudarnos y meternos en la cama, todo era una cosa. Mi tía Pepa, que dormía en la cama de al lado empezó con las oraciones que tenía que repetir:  Jesusito de mi vida eres niño como yo… Apagó de un soplido el candil, la brasa humeante de la mecha desprendió un olor a aceite quemado que me encantaba.

   Bien temprano mi abuela ya estaba con la labor. Estaba chafando aceitunas con un pilón de madera de los que se utilizaban para separar los cañizos en tiempos del secado de  la pasa. Les daba un golpe seco sobre el lavadero y así las partía. Cuando terminó las puso en un pozal al que lleno de agua del pozo e iría cambiándola durante cinco días seguidos. Prepararía después unas orzas a las que añadiría a las aceitunas agua con sal marina (la que absorbiera) y remataría con un buen ramillete de Sarcholiva (Hierba de olivas, ajedrea) y de tomillo haciendo una corona que apretaría con una cruz hecha con cañas partidas para que no subieran y quedasen siempre tapadas debajo del líquido. En invierno un buen plato de olivas y cualquier cosa, que no lo era. Pan, tomate de colgar restregado y un  trozo de bacalao seco.

 

  Por el camino pedregoso atisbe la silueta de mi abuelo.  Había ido a buscar esclatasangs (níscalos). Las lluvias habían sido propicias. A la brasa, con un buen aceite de oliva casero y dos gotitas de limón. No tardamos en dar cuenta de ellos. Manjar de dioses.