martes, 14 de abril de 2015

2.- TORRAT (ROSTIT).


RECORDS DE LA MEUA INFÀNCIA. PUBLICAT EN EL DIARI LES PROVÍNCIES
  12 julio 2014




Habían dado buena cuenta de las cocas que se habían comido. El horno cerrado, esperando la sorpresa final y no podía esperar más, su temperatura –menos de 90 grados- era ya la ideal.

  El abuelo empezó a atar del cuello las botellas que habían rellenado unas  de tomates y otras con torrat (rostit). Con hilo de empalomar una detrás de otra a una distancia  de 15 centímetros.  Cuando tenía una ristra de 10 botellas, hacía otra hasta que termino con todas. Después  abrió la puerta del horno y fue disponiendo ristras  en la entrada y ayudado por la forca fue introduciéndolas en su interior y lo cerró.

El día siguiente, sacaría  las botellas y las guardaría  en la cambra, esperando el viaje de regreso a casa al final del verano para que aliviara el hambre del invierno. Después, la siesta era sagrada, la temperatura invitaba a hacerla.

La abuela, había guardado para la cena parte del “Torrat”  (esgarraet, rostit). Había deshecho con los dedos los pimientos verdes,  rojos y había cortado las berenjenas,  todo pelado y   asado  sobre las brasas de sarmientos.  Había hervido dos hermosos tomates cuya carne mezclaría con los demás ingredientes. Cortó   ajos pelados y le puso un buen chorretón de aceite de oliva cosecha  propia y sal al gusto. Con un trozo de atún salado y una ensalada de tomate y cebolla, la cena estaría servida.

Eran las cinco de la tarde, las mujeres de alrededor se reunían en torno a una silla en el riurau de la casita. Unas hacían “punt de ganxo” (ganchillo), otras cosían “barxes”   y otras hacía “llata”, tenían que ocupar sus nervios.

Era la hora sagrada, la del silencio sepulcral. Encima de la silla de bova, la radio, ese único objeto que les comunicaba con el exterior, conectaban con la cadena SER. España entera se paralizaba cuando comenzaba  la  radionovela  Ama Rosa con guion de Guillermo Sautier Casaseca. Las desventuras de Rosa Alcázar que entregó su hijo recién nacido a los de la Riva, una familia acomodada, colocándose después como ama de cría  y por tanto guardiana de su propio hijo.

Hacer llorar en una España que tenía suficientes motivos para el llanto,  fue el éxito de Ama Rosa.